En las culturas aborígenes de antaño y también en la actualidad, la ventosa se emplea con el fin de extraer el mal del interior del cuerpo. En la mayoría de ocasiones este mal es invisible y traslúcido como el propio aire, de ahí que, tanto en Venezuela como en el resto de Latinoamérica o en el África y el Medio Oriente, en China, Japón y Corea solo por mencionar algunos, se emplee con el fin de curar un mal aire o 'golpe de aire', es decir, contra el ataque de algo sutil que ha penetrado en nosotros y nos hace daño.
La mecánica de su acción siempre es la misma: producir el vacío en su interior mediante la extracción del aire, para que así se logre el objetivo básico de succión. Las ventosas modernas se aplican gracias a una bomba de aspiración o pera de goma. Son muy prácticas. En cambio, para aplicar las ventosas tradicionales es necesario quemar una bola de algodón previamente mojado con alcohol en el interior de la ventosa.